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Fragmento de Elogio del amor, de Alain Badiou

¿Es el amor un sentimiento ético por excelencia, una reinvención de la vida o un riesgo inútil? ¿Quizás es cuerpo y deseo? ¿O acaso se trata, como decía el gran poeta portugués Fernando Pessoa, de un pensamiento? Para el gran filósofo Alain Badiou, el amor es ante todo una construcción duradera cuyo verdadero objeto es el progreso de la pareja y no la satisfacción de los individuos que la componen. Una aventura obstinada para alcanzar un «proceso de verdad» -la verdad del Dos- que nos permita experimentar el mundo a partir de la diferencia respecto al otro. En su ensayo Elogio del amor ofrece una profunda y hermosa reflexión sobre el concepto del amor y su universalidad. A continuación les ofrecemos un pasaje.

I. EL AMOR AMENAZADO

En un libro que se hizo famoso, ¿Qué representa el nombre de Sarkozy?, usted mantiene que «el amor debe ser reinventado pero también protegido, porque está amenazado por todas partes». ¿Quién lo amenaza?¿En qué sentido los antiguos matrimonios de conveniencia han adoptado hoy nuevas formas? Creo que una reciente publicidad de un lugar de encuentros por Internet le ha impresionado de forma especial…

Es cierto, París se cubrió de carteles del sitio de encuentros Meetic, cuyos titulares me han chocado profundamente. Puedo citar algunos eslóganes de esta campaña publicitaria. El primero dice -y se trata de una cita teatral manipulada-: «¡Tenga amor sin azar!», y hay otro: «¡Se puede estar enamorado sin caer enamorado!». Así que nada de caída, ¿no? Luego hay otro más: «Puede usted perfectamente estar enamorado sin sufrir por ello». Y todo eso gracias al sitio de encuentros Meetic… que le ofrece además -de hecho, la expresión me ha llamado la atención- un coaching amoroso. Usted podrá disponer de un entrenador que le preparará para enfrentarse a la prueba.

Pienso que esta publicidad deriva de una consideración aseguradora del «amor». Es el amor asegurado a todo riesgo: usted se enamorará, pero’ tendrá tan bien calculado el asunto y habrá seleccionado con antelación a su pareja tecleando en Internet -tendrá evidentemente su fotografía y conocerá al detalle sus gustos, su fecha de nacimiento, su signo del zodíaco…-, que al final de esta inmensa combinación podrá decirse: «¡Con todo esto, no habrá riesgo alguno!». Es una propaganda y me parece interesante que la publicidad se haga de esta manera; sin embargo, estoy convencido de que el amor -algo que gusta en general y que casi todos pensamos que da a la vida intensidad y significado- no puede ser considerado un don hecho a la existencia en régimen de ausencia total de riesgo. Eso me recuerda un poco a la propaganda que en un momento dado hizo el ejército americano de la guerra «con cero muertos».

Así, según usted, ¿existiría una relación entre la guerra «con cero muertos» y el amor «con cero riesgo», de la misma forma que existe, para los sociólogos Richard Sennett y Zygmunt Bauman, una analogía entre el «Yo no te obligo» que dice el agente del capitalismo financiero al trabajador que está en situación precaria y el «Yo no me comprometo» que anuncia a su pareja el «enamorado » lanzado a un mundo en el que los lazos se crean y se rompen en beneficio de un libertinaje de cama y consumista?

Todo viene a ser lo mismo. La guerra «con cero muertos», el amor «con cero riesgo», nada dejado al azar, ningún choque. En ello veo, con los medios de una publicidad que todo lo abarca, una primera amenaza al amor, que yo llamaría «amenaza de la seguridad». Después de todo, no está muy lejos de ser un matrimonio de conveniencia. No en nombre de la imposición familiar por parte de unos padres despóticos, sino en nombre de la seguridad individual, por un acuerdo previo que evita todo peligro, todo choque y, en definitiva, toda poesía existencial, en base a la primacía esencial de la ausencia de riesgo.

La segunda amenaza que pende sobre el amor es la de restarle importancia. La contrapartida de esta amenaza de la seguridad consiste en decir que el amor es sólo una variante del generalizado hedonismo, una forma más de disfrute. Se trata así de evitar cualquier prueba inmediata, cualquier experiencia auténtica y profunda de la alteridad de la que el amor está tejido. Añadamos también que, al no estar nunca eliminado por completo el riesgo, la publicidad de Meetic, como la de los ejércitos del Imperio, consiste en decir que el riesgo será para los otros. Si usted está bien preparado para el amor, según los cánones de la seguridad moderna, usted sabrá enviar a paseo al otro si no se adecúa a su bienestar. Si el otro sufre, es asunto suyo, ¿no es verdad? Eso no pertenece a la modernidad. De la misma manera que los «cero muertos » para los militares occidentales. Las bombas que ellos lanzan matan a gran cantidad de personas que son culpables de vivir justo debajo. Son afganos, palestinos… Tampoco ellos son modernos. El amor asegurado, como todo aquello que se basa en la seguridad, es la ausencia de riesgo para el que tiene una buena póliza, un buen ejército, una buena policía, una buena psicología del goce personal y toda la defensa posible frente a lo que se pueda encontrar.

Usted ha señalado que en todas partes se afirma que las cosas se hacen «para su bienestar y su seguridad», desde los agujeros en las aceras hasta los controles policiales en los pasillos del metro. En el fondo, ahí tenemos dos enemigos del amor: la fiabilidad del contrato asegurador y el disfrute de las satisfacciones limitadas.

¿Existiría, pues, una especie de alianza entre una concepción libertaria y una concepción liberal del amor?

Pienso, efectivamente, que lo liberal y lo libertario convergen en la idea de que el amor es un riesgo inútil. Y que puede existir, por una parte, una especie de conyugalidad establecida que se perpetuaría en la dulzura de la consumación y, por otra, acuerdos sexuales placenteros y llenos de disfrute, en base a una economía de la pasión. Desde este punto de vista, pienso realmente que el amor, tal como va el mundo, se encuentra cogido en este abrazo, en este cerco, y que en este sentido se ve amenazado. Y pienso que protegerlo es una tarea filosófica que probablemente implique, como decía el poeta Rimbaud, que también haya que reinventarlo. Sin embargo, ello no puede ser una acción defensiva, dirigida a la mera conservación de las cosas. El mundo está lleno de novedades y el amor debe ser incluido también en esta renovación. Hay que reinventar el riesgo y la aventura, frente a la seguridad y el bienestar.

Recuperado de: https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/20110211/fragmento-elogio-amor/20748413_0.html