Agua viva, de Clarice Lispector
Sinopsis: ¿Dónde están los límites del lenguaje? Agua viva es una vivencia –no una reflexión– sobre esos límites. Para avanzar más allá, en busca de la «entrelínea», la voz femenina que nos habla deberá pedir auxilio a la música y sobre todo a la pintura para acercarse al it, ese punto central de lo vivo que Clarice Lispector persiguió en todas sus obras. Vaga epístola a un destinatario mudo, Agua viva supera en todo momento las fronteras de esa amplia familia de las cartas de desamor a la que en parte pertenece. Más allá de la pasión, el texto apunta –con todas las armas: palabra, color y nota– al centro de la vida y desafía a la muerte con su defensa de la alegría.
«Confío en mi incomprensión que me ha dado una vida libre del entendimiento, he perdido amigos, no entiendo la muerte. Horrible deber es el de ir hasta el fin. Y no contar con nadie. Vivirse a uno mismo. Y para sufrir menos embotarme un poco. Porque no puedo cargar más con los dolores del mundo. ¿Qué hacer cuando siento totalmente lo que otros son y sienten? Los vivo pero ya no tengo fuerzas.«
¿Por qué leo? Por momentos como este: vuelve Clarice Lispector, me clava el cuchillo de Agua viva en el centro de mi corazón, me abre en canal y por ese desgarro se escapan como duendes liberados todo lo enclaustrado, lo silenciado, lo no pronunciado, lo sintiente, lo doliente. Y Lispector atrapa todo lo que emana de mí y le va dando forma, palabras, poniéndome voz, vocablo, imágenes, entrelíneas, sentido. Y yo, os lo juro, lloro hasta la extenuación de agradecimiento. De amor. Por eso leo.
Habla Lispector en este libro del soplo de vida, ese boca a boca que se hace a alguien que ha dejado de respirar. Se une boca con boca, se sopla y esa boca respira. Un soplo de vida. Y dice que ese intercambio de respiración es lo más bello y deslumbrante que conoce. Pues bien, desde ya lo digo: eso hace Lispector conmigo, ese soplo de vida. Me mata y me revive. Muerte y resurrección. Belleza y deslumbramiento.
«Yo soy antes, yo soy casi, yo soy nunca. Y todo eso lo he obtenido al dejar de amarte.«
La parte sencilla sería decir que Agua viva es una carta que una mujer, tal vez Lispector, escribe a un alguien que amó, pero que también la dañó. Pero eso no solo sería sencillo: sería también un embuste. Esa es la apariencia, digamos el hilo conductor. Un intento de trama para un libro destramado. Es la excusa, la excusa para liberar a Lispector, para captarse a sí misma, para fijar el it (la esencia de las cosas), el núcleo de los instantes-ya, lo inasible del tiempo, el presente que se escabulle constantemente, sin dejarse atrapar, sin poder retenerlo.
Lispector profundiza en las palabras, las quiere, las esboza, las mira, las experimenta y respeta, se deja poseer por ellas. No juega con las palabras, sino que se es (a sí misma) a través de ellas. Se encarna y libera en las frases, en las entrelíneas, entrechocando sílabas, palabras y frases.
«Antes de organizarme tengo que desorganizarme del todo. Para experimentar el primer y pasajero estado primario de libertad. De la libertad de errar, caer y levantarme.«
Escribir como lo hacía Lispector es un milagro y Agua viva, al igual que Un soplo de vida, son de una generosidad que estremece, pues en ella despliega su paisaje interior, una acuarela íntima, delicada, profunda y cicatrizante que acaricia por dentro al lector.
En Agua viva Lispector quiere captar el presente, el instante-ya, el it (eso) que es la esencia de la vida. Pero como el agua, esa que está viva y en continuo fluir, no puedes asirla con las manos, es inaprensible. Inasible como la vida, por movimiento y flujo constante. Pero ella es maga y la moldea con palabras. Crea una cuarta dimensión. Está la incapacidad humana para experimentar esa cuarta dimensión, pero está la magia de Lispector para recrearla, hasta abrir con palabras una puerta tetradimensional. Bienvenidos/as al universo único de Clarice Lispector.
«La vida difícilmente se me escapa, aunque me asalte la certeza de que la vida es otra y tiene un estilo oculto.«
Lispector rompe todos los cánones habituales en la literatura, así que no se puede esperar (ni desear) una estructura narrativa tradicional, ni siquiera lineal. Agua viva es una deriva exploratoria en donde la palabra adquiere toda su resonancia y magnitud, también su certeza. No hay más trama que la de un alma sintiendo, observándose, y plasmándolo todo en un fluir de párrafos y espacios en blanco en donde todo es exacto y refulgente. Escribe tan poderosamente…, es palabra y su eco, luz y reverberación.
Aunque pueda resultar extraño, esa desestructura que propone, en la que se desdibujan todas las fronteras posibles e incluso las imposibles, convierte Agua viva en una lectura tan indefinible como deslumbrante. Sus reflexiones y descripciones de las flores son para llorar de belleza, al igual que cuando habla de los animales, el ropero, el espejo. Brillante y deslumbrante como el sol reflejado en el mar.
Puede desconcertar a muchos lectores la salvaje e insólita creatividad de Lispector, pero en pocos libros como en los suyos te sumerges en un mundo de percepciones, sensaciones, emociones, revelaciones. Visceral, intensa y sensible, Lispector siempre reflexiona sobre la vida y la muerte, sobre una misma y los demás. En su búsqueda de sí misma, yo me encuentro una y otra vez en Lispector.
«No voy a morir, ¿me oyes, Dios? No tengo valor, ¿me oyes? No me mates, ¿me oyes? Porque es una infamia nacer para morir no se sabe cuándo ni dónde. Voy a estar muy alegre, ¿me oyes? Como respuesta, como insulto. Una cosa te garantizo: nosotros no tenemos la culpa. Es necesario entender mientras estoy viva, ¿me oyes?, porque después será demasiado tarde.«
Y si alguien se pierde a la hora de leer a Lispector, concretamente este Agua viva, ella misma nos dice cómo hacerlo: no de cerca, sino sobrevolando por sus líneas y entrelíneas y silencios y espacios en blanco para poder percibir el juego de las islas y los canales y mares. No como un libro con principio y final, sino como una continuación. Lo que te estoy escribiendo no es para leer; es para ser. Desprovista de trama y convenciones, Agua viva es libertad.
Decía Lispector que era una persona muy ocupada porque cuidaba del mundo y que era responsable de todo lo que existe. Ojalá más personas cuidaran del mundo. Ojalá más Lispector en este mundo y su increíble capacidad de introspección hacia ella misma y todo lo que le rodeaba. Es mi diosa, con ella mi ceguera se cura, me recuerda lo importante, el alma se vuelve evanescente y todo es más liviano y bello. Nunca he visto unos textos tan vivos como todo lo escrito por Lispector. Vida, muerte, resurrección, nacer y renacer, sufrir y vivir, alegría e intensidad. La multivida: vida creando vida a cada instante-ya.
«Voy a hablar de lo que se llama la experiencia. Es la experiencia de pedir socorro y de que el socorro nos sea dado. Tal vez valga la pena haber nacido para implorar un día calladamente y calladamente recibir.«
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