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LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

La psicopatología integra un espectro en el cual las formas más graves son las psicosis y las más leves la neurosis. En las neurosis los conflictos afloran en forma de síntomas, en las psicosis no hablamos propiamente de conflictos sino de escenarios más graves en la estructuración del psiquismo, que provocan un alejamiento de la realidad y que pueden dar lugar a alucinaciones, delirios, trastornos en el estado de ánimo, etc.

Entendemos por Personalidad un patrón complejo de características psicológicas, profundamente enraizadas, que se expresan de forma automática en casi todas las áreas de la actividad psicológica. Así como todos habitamos en una vivienda también tenemos una estructura de personalidad, una forma particular de vivir y de relacionarnos con nuestro entorno y con los demás. Una persona con un trastorno de la personalidad más o menos acusado tiende a presentar una frágil estabilidad o una carencia de capacidad de adaptación, suele ser rígida desde el punto de vista adaptativo, y dispone de pocas estrategias y conductas alternativas. Cuando el entorno no se adapta a la persona se produce la crisis. Al no ser capaces de cambiar repiten sus repertorios patológicos, pierden oportunidades de mejorar, crean nuevos problemas… Y la historia se repite.

Los trastornos de la personalidad son patrones permanentes de maneras de pensar, sentir y actuar que suelen ser inflexibles y desadaptativos y que suponen un importante malestar (ya sea de la persona o las personas que le rodean), y un deterioro de la actividad social o laboral. Las personas que presentan un trastorno de la personalidad tienen dificultades para adaptarse a los cambios y a las cuestiones que forman parte de la vida cotidiana. Suelen empeorar las cosas al provocar reacciones negativas en los demás, tomar decisiones equivocadas y propiciar conductas repetitivas que se convierten en círculos viciosos que los llevan a confirmar sus creencias preestablecidas y sus peores presagios y fantasías. El imaginario prima sobre el principio de realidad.

Estos patrones de conducta están asociados con alteraciones en algunas tendencias del comportamiento; por lo general, involucran varias áreas de la personalidad, y casi siempre se unen a perturbaciones significativas en la esfera personal y social. Además, un trastorno de personalidad suele ser rígido y se extiende a muchas situaciones, debido en gran parte al hecho de que tales comportamientos anormales son egosintónicos. Los elementos de la conducta, son coherentes con el Yo y son percibidos como normales por el individuo que los padece. Son las personas que le rodean quienes suelen percibir que algo no funciona “correctamente”, que algo no va bien, que les pasa “algo” … trastorno que se expresa ante todo en la relación, no en la esfera intrapsíquica.

En la neurosis, al contrario que en la psicosis, no hay pérdida de contacto con la realidad; dicho de otro modo, la concepción de lo que es real se adecúa a lo que la sociedad define como tal y por tanto su pensamiento es “normal”. En las psicosis aludimos a una enfermedad mental grave que se caracteriza por una alteración global acompañada de un trastorno grave del sentido de la realidad. En los trastornos de la personalidad se suele guardar contacto con la realidad, pero el nivel de desarrollo del psiquismo y de capacidad de socialización no es el propio del individuo neurótico. En las neurosis la angustia se metaboliza y expresa a través de un síntoma somático o

psíquico, encarnándose en una representación simbólica. En los trastornos de la personalidad la ausencia de síntoma radicaría en la falta de elaboración y focalización de la angustia. El criterio diferencial es actuación vs. síntoma. Los trastornos de la personalidad pertenecen a ese espacio de la conducta que por sus características (ausencia de síntomas) resultan más difíciles de discriminar frente a los modelos habituales.

Podemos adelantar que existen determinados tipos de trastornos de la personalidad que se acercan más a lo psicótico y otros que lindan con lo neurótico. Desde el modelo analítico vincular, se ubican los diversos trastornos:

  • Esquizoide: trastorno narcisista, esquizotípico, esquizoide, evitador, paranoide.
  • Confusional: trastorno límite, personalidades hipomaníaca, explosiva y fóbica.
  • Depresiva: personalidad dependiente, histriónica, obsesiva.

En cualquier trastorno de la personalidad tenemos ante todo que considerar tres aspectos: naturaleza, la relación con la madre y los acontecimientos ajenos a esta relación (enfermedades, muertes…). Una gran importancia de los genes reside en que activan y regulan otros genes, su eclosión está en relación con el medio. Si no entra en estas situaciones, el gen puede permanecer silencioso y morir silente. La genética es biología, pero se expresa en el medio.

La personalidad se apoya en la biología y se desarrolla en el entorno psicosocial. En la mayor parte de los casos, los pacientes sólo van a poder convertirse en una variable más funcional de ellos mismos, no transformarse de manera profunda. Cada tipo de personalidad debe aprender a desempeñar sus potenciales y minimizar sus debilidades. El conocimiento de éstas facilitará la voluntad de interrumpir los patrones previos en sus relaciones, y aunque no se consiga cambiar la personalidad básica se les puede conducir a una forma de funcionamiento más normalizado, con mayores posibilidades adaptativas.

Adaptado de José Félix Rodríguez Rego para el curso “Experto en trastornos de la personalidad” de la Asociación Española para el Fomento y Desarrollo de la Psicoterapia.