La Mediación Familiar, tiene un uso muy extendido en situaciones de separaciones y/o divorcio con hijos, siendo un proceso en el que las parejas solicitan o aceptan la intervención de una tercera persona, llamada mediador, con la finalidad de llegar a acuerdos que les permitan reorganizar su relación como padres, de tal forma que la separación no sea un obstáculo que dificulte o impida a los hijos-as mantener una relación abierta y equilibrada con ambos progenitores.
Cada situación de separación y/o divorcio es única, al igual que cada relación de pareja. Durante el matrimonio o la convivencia la pareja trabaja conjuntamente para resolver los problemas familiares. La paternidad y educación de los hijos-as es difícil incluso en las mejores circunstancias. Cuando está a punto de producirse la ruptura, ese “trabajar juntos” se hace más difícil, y sin embargo hay nuevos problemas que resolver. Si una vez producida la separación los padres continúan sin entenderse, la paternidad entre dos hogares diferentes, puede complicar aún más un trabajo que ya es complejo de por sí.
La mediación puede servir como un lugar de encuentro para conversar sobre las diferencias y encontrar acuerdos satisfactorios para ambas partes, en un espacio de seguridad y de libertad. Es una intervención pertinente, sobre todo, cuando hay hijos, que también sufren por su propia historia de ruptura de la familia.
Podemos acudir a una mediación siempre que se mantengan problemas familiares que nos están produciendo un monto de malestar, ansiedad, estrés, que no conseguimos resolver.