Una biografía para legos: Sigmund Freud
“Empecé mi vida profesional como neurólogo, trate de aliviar el sufrimiento de mis pacientes neuróticos, descubrí hechos nuevos importantes sobre el inconsciente. De estos descubrimientos nació una ciencia nueva, el psicoanálisis. Tuve que pagar un precio alto por este pequeño golpe de suerte. La resistencia ha sido fuerte e implacable, finalmente tuve éxito, pero la lucha sigue sin terminar. Mi nombre es Sigmund Freud.”
Decido comenzar esta biografía de Sigmund Freud con la transcripción -que antecede- de la grabación de su voz para dar cuenta de lo vivo de su obra. Dicha grabación fue realizada el 7 de diciembre de 1938 y difundida por la BBC en su programa “Famosos en la radio”. Es una breve pero contundente declaración acerca de su vida y su carrera con el valor preciso de una autobiografía.
Avanzan mis lecturas para este breve artículo y más se impone un párrafo de “La memoria de Shakespeare” -cuento de Jorge Luis Borges- que refiriéndose al arte de biografiar culmina con la siguiente pregunta “¿A qué destejer esa red, a qué minar la torre, a qué reducir a las módicas proporciones de una biografía documental o de una novela realista, el sonido y la furia de Macbeth?” o en este caso , el sonido y la furia de Freud. Más imperativa se hace la pregunta cuando el mismo Freud escribe: “No es posible ser biógrafo sin comprometerse con la mentira, la simulación, la hipocresía, la adulación e, incluso, con la obligación de enmascarar su propia incompresión”. Entonces por qué intentar escribir una biografía. Recuerdo además que Freud también aclaraba que su vida solo tenía interés en relación al psicoanálisis. Es en su obra y en los efectos de su práctica donde encuentro el único eje para esta escritura.
El nacimiento del psicoanálisis está estrictamente ligado a su momento histórico, momento designado por la época regida por la moral victoriana. Dicha moral – que destacaba el valor del ahorro, el afán del trabajo y los deberes de la fe y el sacrificio – posibilitó el asentamiento de la sociedad nacida bajo la revolución industrial e instituyó enormes contradicciones, como el hecho de promover una fachada de dignidad y purismo junto al acrecentamiento de los fenómenos sociales como los de la prostitución y el trabajo infantil entre otros. Hechos como la sentencia a Oscar Wilde, en 1895, acusado de sodomía a dos años de trabajo forzado en prisión, dan cuenta de la intolerancia e hipocresía reinante. La histeria, vía el despliegue somático (parálisis, trastornos visuales, alteraciones sensoriales, etc) pero como síntoma psíquico aparece denunciando el estado de represión y tradición positivista; derriba al saber de la neurología y es escuchada por Sigmund Freud quien así posibilita el surgimiento de una práctica que puede subvertir el discurso predominante.
Los efectos de los descubrimientos freudianos conforman la revolución copernicana del siglo XX. El inconsciente de Freud descentró al hombre respecto del saber que creía dominar vía la razón para enfrentarlo a otro saber que lo determina y que escapa a su dominio. A partir de allí se establece un antes y un después en relación al estatuto del sujeto y del objeto, al que ni la ciencia, ni la filosofía, ni el arte, pueden quedar indiferentes.
Sigmund Shalom Freud nace el 6 de mayo de 1856 en Freiberg-Moravia, hijo de Amalia Nathansohn y de Jacob. A los 4 años de edad se traslada a Viena, ciudad en la que reside hasta un año antes de morir, cuando se ve obligado al exilio en Inglaterra.
En el texto “Autobiografía” de 1924 Freud cuenta de sus excelentes notas en la preparatoria, de la libertad gozada para la elección de carrera, de su temprana curiosidad respecto a las circunstancias humanas, de la profunda dedicación al estudio de los escritos bíblicos y a la teoría de Darwin. Agrega también que la lectura del ensayo de Goethe “Teoría de la naturaleza” lo decidió a inscribirse en 1873 en la Facultad de Medicina donde rápidamente descubre los prejuicios antisemitas, sabiendo entonces que su lugar se ubica “fuera de la mayoría compacta” en las filas de la oposición, pudiendo sostener así cierta independencia de juicio.
Hacia 1876 entra en el laboratorio fisiológico de Ernesto Brücke donde es impulsado a la investigación de la histología del sistema nervioso. Sin embargo en 1882, un año después de recibido de médico, el mismo Brücke lo insta a dejar el laboratorio ya que considera que la mala situación económica de Freud le impedía una actividad puramente teórica. Entra entonces en el Hospital General y se dedica al estudio de enfermedades nerviosas , especialidad muy poco desarrollada en la Viena de ese momento. En 1885 obtiene una beca de estudios y elige ir a estudiar con el neurólogo francés Jean Martin Charcot en la Salpêtriere de Paris-Francia. Las experiencias transitadas con dicho neurólogo lo llevan a Freud a concebir la posibilidad de existencia de una idea separada de la conciencia. Al año siguiente regresa a Viena, donde inicia su consultorio en forma privada e intenta dar cuenta del saber adquirido a sus colegas pero la Sociedad de Médicos rechaza prejuiciosamente sus trabajos, lo que provoca que Freud se retire en modo indeclinable de la vida académica y no vuelva a tener relación dicha Sociedad.
En su consultorio se sirve al principio del hipnotismo pero sin imponer mandatos a cumplir pos hipnosis ni conductas de supresión de lo sintomático al hipnotizado. Freud utiliza la técnica para que el enfermo le revelase la historia de la génesis de sus síntomas. No hay control, ni ejercicio del poder, ni búsqueda de adaptación en la práctica promovida por Sigmund Freud. A este procedimiento llega por las comunicaciones del doctor José Breuer quien tuvo bajo tratamiento a una joven que llamó Anna O, que presentaba una histeria de variado cuadro sintomático: parálisis, contracciones, inhibiciones, perturbación psíquica. Breuer observó que la paciente se liberaba de sus síntomas cuando sumiéndola en un profundo sueño hipnótico, se le hacía dar una expresión verbal a la fantasía afectiva que de momento la dominaba. Este trabajo, realizado dos veces al día, al que Anna O. solía llamar cura por la palabra o deshollinación, José Breuer lo denominó método “catártico”. Dicho tratamiento tuvo progresos y retrocesos en relación al vínculo que la paciente había creado con su doctor. La transferencia afectiva desarrollada por “Anna O” llevó a Breuer a abandonar la práctica. Freud en cambio no retrocedió y por ello inicialmente descubre que es esta relación personal y afectiva un factor motor y a la vez obstáculo en el transcurso de un tratamiento. Los hechos clínicos lo llevaron a abandonar la hipnosis y a sostener la hipótesis de que ese saber antes obtenido por el método hipnótico y no sabido por el yo, actúa y se ubica en el sujeto. Nuevamente un descentramiento del poder, el saber no está del lado del médico sino del paciente. Los hechos revelados lo conducen a inaugurar a la asociación libre como método del psicoanálisis vía la regla fundamental enunciada al analizante: “Diga todas sus ocurrencias, sin excepción, aunque le parezcan disparatadas, absurdas, nimias, tontas, sin sentido” . Freud descubre que ese material olvidado, no sabido tiene el estatuto de una experiencia traumática .
En los primeros textos como “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” (1896) y “La etiología de la histeria” (1896) ubica que la representación intolerable se relaciona a una vivencia de origen sexual. Dicha representación por ser inconciliable con el yo queda apartada de la red asociativa, deviene patógena y se escinde la conciencia. Los síntomas histéricos se producen cuando estas vivencias de origen sexual son reanimadas como recuerdos. El trauma está en estos textos enmarcado como una experiencia sexual prematura realmente acaecida. Su propia práctica clínica le indica, hacia 1897, que ya no se trata de un hecho realmente acaecido pero no por ello menos eficaz. Con este descubrimiento introduce un concepto fundamental: “la fantasía”, tal como lo explica en el texto “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis” (1906), entre el empuje de la pulsión que busca satisfacerse y el síntoma, se halla la fantasía fundando así el concepto de “realidad psíquica”. Lo traumático entonces es la insistencia de la pulsión y la fantasía es la elaboración psíquica de dicha insistencia. Se deduce además que lo inconsciente se sitúa como pensamientos no sabidos por el yo, como un reverso del sujeto cartesiano. Los lapsus, los actos fallidos, los olvidos y el texto del sueño dan cuentan del inconsciente como un saber que no cesa de insistir en su trabajo creando múltiples sentidos y velando el trauma de la exigencia pulsional.
Para 1920 en el texto “Más allá del principio del placer” plasmó un nuevo modelo pulsional, constituído por el conflicto entre pulsión de vida y pulsión de muerte. Hechos paradójicos revelados en su práctica clínica – reacción terapéutica negativa, compulsión a la repetición- lo llevan a plantear la hipótesis de la pulsión de muerte como una fuerza que trabaja más allá del principio del placer y que subvierte la relación del humano con el bienestar. Este gran aporte explica además el devenir de la civilización llevándonos a consideraciones de vigencia actual.
En la addenda de 1935 a su “Autobiografía” afirma que “Mi interés luego en un largo détour en las Ciencias Naturales, la Medicina y la Psicoterapia, volvió a los problemas culturales que tanto me habían fascinado largo tiempo atrás. Llevé recientemente esa investigación un paso adelante en dos últimos trabajos: “El porvenir de una ilusión” (1927) y “El malestar de la cultura” (1930). En dichos textos establece, como consecuencia de la pulsión de muerte, que es imposible la satisfacción plena por lo cual mandato de la felicidad total alberga la destrucción. Freud advierte que “la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará,y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Nuestra época merece quizás un particular interés justamente en relación con esto. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, de su talante angustiado.
Y ahora cabe esperar que el otro de los dos «poderes celestiales», el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?”
Así como en el ajedrez solo se diserta de las aperturas y finales, en una biografía solo valdrá ubicar las circunstancias personales del nacimiento y de la muerte. Recordemos entonces que en marzo de 1938 , tuvo lugar la anexión de Austria a la Alemania de Hitler, desde esa fecha la gestapo se presentó numerosas veces en la residencia de Freud . Hacia 1933 ,en Berlín, el regimen nazi había quemado la obra freudiana. Pero el hecho que lo decide a exiliarse es la detención por veinticuatro horas de su hija Anna. Así es que para el 4 de junio con 82 años abandonó la ciudad de Viena, junto a su familia y otras personas como su médico personal Max Schur .
Desde 1923 padecía un cáncer de mandíbula, enfermedad que se agravó en el exilio. A las tres de la madrugada del 23 de septiembre de 1939 Sigmund Freud muere en Maresfield Garden, 20, Londres.
El 31 de diciembre del 2013, en el cementerio de Golden Green la urna que contiene sus cenizas fue vandalizada hecho que da cuenta de la vigencia subversiva de su obra.
Recuperdo de: https://www.sicologiasinp.com/psicoanalisis/una-biografia-para-legos-sigmund-freud/