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PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA ECOLOGÍA EMOCIONAL APLICADA A LAS RELACIONES

Tomado de: “De la familia obligada a la familia escogida” de Jaume Soler y M. Mercè Conangla

Si puedo decir a alguien “te amo”, debo se capaz de decir: “amo a todos en ti, a través de ti amo el mundo, en ti también me amo a mí mismo”. Erich Fromm

La ecología es el arte de gestionar nuestras emociones de tal forma que el caudal de energía que éstas generan se dirija a nuestro crecimiento personal, a la mejora de nuestras relaciones interpersonales y a un compromiso responsable y activo para la construcción de un mundo más armónico y solidario. Conceptos como sostenibilidad, responsabilidad, conciencia del impacto global, uso de energías limpias, renovables y ecológicas; espacios y especies emocionales protegidos, reciclar y evitar contaminaciones emocionales… son algunos de los aspectos que podemos aplicar para mejorar nuestro bienestar y equilibrio.

Vamos a exponer siete principios para realizar una gestión emocionalmente ecológica. Si somos capaces de tenerlos en cuenta, día a día, tendemos resultados sorprendentes, en la calidad de nuestras relaciones personales.

  1. PRINCIPIO DE AUTONOMÍA PERSONAL

Ayúdate a ti mismo y los demás te ayudarán

Nada es más difícil que asumir la responsabilidad de la propia vida, de su desiño y construcción, de la gestión de las propias emociones y, a partir de ahí, realizar la acción más coherente.

Este es el punto fundamental para poder mantener una buena relación de pareja. Cada uno debe ser él mismo y trabajar para conocerse y ser autónomo. Cada uno debe luchar y poner los medios para convertir en realidad su proyecto vital y los sueños que contiene.

Sólo si aprendemos a cuidarnos y asumimos la responsabilidad de desplegarnos como seres humanos podremos llegar a cuidar y a favorecer el desarrollo positivo de otras personas. Cuando uno no se ayuda a sí mismo suele esperar que la pareja le salve, que le facilite todo, le evite los problemas, le solucione los conflictos, esté pendiente de sus necesidades y deseos, y le procure la felicidad que ansía. Esta demanda excesiva e injusta acaba cansando incluso a la persona más generosa y puede llegar a destruir la relación.

Para ser ayudado, uno debe empezar por ayudarse a sí mismo haciendo lo que debe hacer. En caso contrario, sólo conseguirá que la gente huya de su lado, porque vivir con una persona tan dependiente acaba cansando, a no ser que uno también sea “un necesitado”

Las personas con mayor poder de seducción son aquellas que tienen la capacidad de luchar para ser ellas mismas y actuar de forma coherente y proactiva.

Los padres debemos auto aplicarnos este principio. Sólo si lo hacemos así, nuestros hijos serán capaces de entender que somos responsables de cuidar de nosotros mismos, de amarnos, de mejorar, de aprender y seguir adelante.

Respecto a los hijos, los padres tenemos la misión de ser facilitadores de su crecimiento. El principio de autonomía personal enseña la importancia del esfuerzo, de la lucha y del trabajo; muestra que el camino de la felicidad y de la dilución de nuestra responsabilidad no es una elección adaptativa ni emocionalmente ecológica. El mensaje a transmitir es:

“en tu vida vas a encontrar muchas personas dispuestas a ayudarte, si tú estás dispuesto a ayudarte a ti mismo. Pero si siempre esperas que alguien venga a resolverte el problema, la gente se alejará de ti porque te convertirás en una carga difícil de llevar. Nadie emocionalmente sano quiere compartir su vida con una persona dependiente, victimista o pasiva.”

Hay mucho que hacer

“Nos han educado para los sustantivos, pero la realidad se haya en los verbos.” Jaime Barylko

“Había un incendio en un gran bosque de bambú, el incendio formaba llamaradas impresionantes, de una altura extraordinaria, y una pequeña ave, muy pequeñita, fue al rio, mojo sus alas y regreso sobre el gran incendio, y las empezó a agitar para apagarlo y volvía a regresar y volvía a ir una y otra vez, y los Dioses que la observaban sorprendidos la mandaron a llamar y le dijeron: oye por qué haces eso? cómo es posible? como crees que con esas gotitas de agua puedas tu apagar un incendio de tales dimensiones? date cuenta: no podrás lograrlo y el ave humildemente contesto: el bosque me ha dado tanto yo, nací en este bosque que me ha enseñado la naturaleza, me ha dado todo mi ser. este bosque es mi origen y mi hogar y me voy a morir lanzando gotitas de amor, aunque no lo pueda apagar!! los Dioses entendieron lo que hacia la pequeña ave y le ayudaron a apagar el incendio.» cada gotita de agua apacigua un incendio. cada acción que con amor y entusiasmo emprendemos, un mejor mañana será su reflejo. no subestimes sus gotas» millones de ellas forman un océano todo acto que con amor realizamos, regresa a nosotros multiplicado”.

Lo que no se pide

“Un niño trataba en vano de levantar una piedra enorme. Al pasar frente a él, su padre se detuvo a observar sus esfuerzos. Finalmente le preguntó:

  • ¿Estás empleando toda tu fuerza?
  • Sí – contestó el niño exasperado
  •  No, no lo estás haciendo – dijo el padre, sin inmutarse-, porque no has pedido que te ayuden”.

Para ayudarme debo conocerme

Podemos huir hacia cosas ilusorias, puedo huir de la pelea, del esfuerzo, de la lucha; puedo adorar a otro; puedo buscar mi salvación a través de otra persona. Pero mientras no me conozca a mí mismo, mientras no me dé cuenta de mi propio funcionamiento, no tengo ninguna base para el pensamiento, para el afecto y para la acción.

Para ayudarnos debemos conocer nuestras necesidades, deseos, esperanzas, aptitudes, valores… el autoconocimiento es la primera de las competencias emocionales y la base para todas las demás. Para no estar a merced de los cambios de opinión de los demás debemos partir del conocimiento de nuestras cualidades y estar conectados a lo que sentimos.

No siempre la familia entiende nuestras necesidades, deseos y proyectos. Pretenderlo es poco realista. Debemos dejar de esperar la ayuda externa, abandonar nuestra pasividad y empezar a ayudarnos a nosotros mismos.

“En un lugar perdido en las montañas se produjeron unas inundaciones que fueron empantanando de agua todo el pueblo. La Cruz Roja y Protección Civil enviaron lanchas de salvamento. Una de las lanchas se para a la puerta de uno de los caseríos y el aldeano que allí se encuentra les dice:
– «No, no; id a por otros, que a mí me salvará la Providencia».
Pasa el tiempo, el agua le cubre por encima de la cintura, llega otra lancha, y les dice lo mismo. Tuvo suerte, porque cuando el agua le llegaba al cuello, otra lancha le ofreció su socorro, pero el aldeano insistió que la Providencia le salvaría. No llegó ninguna otra lancha, y el aldeano murió ahogado. Entró en el Cielo entre protestas:
– «Yo confiando en la Providencia divina… y la Providencia, nada, dejó que me ahogara».
Y escuchó la siguiente respuesta:
– «¡Cómo que nada! ¡Tres lanchas te hemos enviado!».

El orgullo y la prepotencia son obstáculos en nuestro camino. Es inteligente dejar que otras personas nos ayuden cuando nos hace falta. Así nosotros cultivaremos la humildad y les permitiremos a ellas cultivar la generosidad.

Algunas personas de nuestra familia nos ayudarán a crecer, pero debemos de cuidar no ceder el control de nuestra vida. El precio puede ser caro: la pérdida de libertad y el pago de una hipoteca afectiva que puede durar una vida entera.

Cambiarse para cambiar

“La mejor manera de no cambiar es orientar la capacidad de crítica hacia el prójimo”

“Cuando era joven y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo. Según fui haciéndome mayor, pensé que no había modo de cambiar el mundo, así que me propuse un objetivo más modesto e intenté cambiar solo mi país. Pero con el tiempo me pareció también imposible. Cuando llegué a la vejez, me conformé con intentar cambiar a mi familia, a los más cercanos a mí. Pero tampoco conseguí casi nada. Ahora, en mi lecho de muerte, de repente he comprendido una cosa: Si hubiera empezado por intentar cambiarme a mí mismo, tal vez mi familia habría seguido mi ejemplo y habría cambiado, y con su inspiración y aliento quizá habría sido capaz de cambiar mi país y -quien sabe- tal vez incluso hubiera podido cambiar el mundo”.

Nuestra principal tarea en la vida no es superar a los demás sino superarnos a nosotros mismos, romper nuestros récords y sobrepasar nuestro pasado con nuestro presente. Nuestro mundo cambia y mejora cuando cambiamos y mejoramos nosotros.